jueves, 15 de mayo de 2014

SOY OPTIMISTA... PERO NO SE CUMPLE LO QUE PLANIFICO


SOY OPTIMISTA...
PERO NO SE CUMPLE LO QUE PLANIFICO

Ernesto Blanco

 
La subestimación del tiempo de ejecución de tareas simples o complejas se deriva del tipo de información que las personas seleccionan al planificar. Según la teoría de «la falacia de la planificación», los individuos tienden a subestimar los tiempos de ejecución porque se concentran en información «singular» y desestiman la información «distribuida». Hay varios factores que explican la predilección de un tipo de información sobre el otro; en particular, el optimismo y  el exceso de confianza.

 
Una persona que tiene como pasatiempo el aeromodelismo planea construir un modelo 747 durante el fin de semana. Luego de comprar el juego de piezas empieza a ensamblar el avión. El domingo en la noche se da cuenta de que se quedó sin pegamento y no terminará e l modelo según lo planeó. ¿Cuál fue el error que cometió el aeromodelista?
Optimismo y planificación
De acuerdo con la teoría de «la falacia de la planificación» (Kahneman y Tversky, 1979), el aeromodelista utilizó sólo información singular; es decir, la información que se obtiene al observar la tarea desde una perspectiva interna: aspectos específicos de la tarea o actividades concretamente relacionadas con su secuencia. El aeromodelista utilizó el manual de instrucciones del modelo. Desestimó la información distribuida;
es decir, aquellos aspectos que no forman parte de la secuencia específica de la tarea, pero que pueden influir en su desarrollo: experiencias del planificador, experiencias de otros planificadores o cualquier información relacionada con el contexto de la tarea (condiciones atmosféricas, accidentes geográficos, situaciones políticas, situaciones sociales y económicas, leyes laborales y sindicatos, etc.).
El aeromodelista no consideró la cantidad de pegamento que tenía disponible ni el hecho de que los domingos en la noche las tiendas que lo venden están cerradas. Estos factores no
aparecen en el manual de instrucciones; pero, sin duda, afectan la ejecución. Por ello, el
aeromodelista no culminó la tarea en el tiempo previsto. Puede su ponerse que esta persona no estaba al tanto del asunto de la selección de información; entonces, ¿qué le hizo creer que podría ensamblar el modelo durante el fin de semana?
Una de las causas por las que suele fallar la predicción de eventos es la creación de escenarios mentales. La primera aproximación a la ejecución de una tarea (de cualquier tipo) se basa en estos escenarios. Con ellos imaginamos los acontecimientos que describen el desarrollo de la tarea. Esta práctica es muy útil; pero los escenarios pueden convertirse en optimistas si, al elaborarlos, sólo se imaginan sucesos positivos y se obvian contratiempos que pudieran entorpecer la conclusión feliz de la planificación mental. Si este es el caso, los escenarios hacen sentir u n optimismo superior al que la tarea puede garantizar. Daniel Kahneman y Amos Tversky (1979) han encontrado que la concentración en información singular y la desestimación de la información distribuida llevan al planificador a desarrollar predicciones excesivamente optimistas: considerar menos tiempo del necesario para concluir la tarea.
Suponga que se le propone al aeromodelista el siguiente ejercicio:
1. Elabore un plan para ensamblar e l avión. Luego calcule el tiempo que utilizará para ensamblarlo. Para esto considere únicamente la información que se muestra en las instrucciones de ensamblaje.
2. Repita el ejercicio anterior pero esta vez, a demás de considerar la información de las instrucciones, considere también cualquier hecho o información que, de acuerdo con su experiencia, pudiera afectar e l desarrollo de la tarea de ensamblar el avión.
Al finalizar ambos ejercicios y comparar sus cálculos de tiempo, posiblemente el tiempo previsto en el segundo ejercicio sea mayor que el del primero, puesto que el aeromodelista consideró más información al planificar. Tal vez incluyó holguras de tiempo para comprar materiales no incluidos en la caja del modelo, tales como pegamento, pintura, papel de lija o una herramienta necesaria, pero que no la tiene. Quizá consideró el grado de dificultad para armar el modelo, lo cual influye en el tiempo que necesitará para armarlo.
La diferencia entre ambos ejercicios radica en que el primero soslaya información que es del dominio del aeromodelista.
En consecuencia, se subestima el tiempo para ensamblar el modelo y la planificación se convierte en optimista.
Mientras que la segunda planificación incluye factores que el planificador conoce y pueden afectar el desarrollo de la tarea. En consecuencia, la segunda planificación estará más ajustada a la realidad.
El «optimismo» se refiere al cálculo del tiempo en sí; pero, ¿qué sucede si el optimismo es conductual e independiente del manejo inadecuado de la información? ¿Qué pasa si el planificador tiene un carácter «optimista»? Algunos investigadores han discutido que una persona puede sentir optimismo con respecto a l tiempo en que ejecutará una tarea, como consecuencia de una o varias de las siguientes razones (Armor y Taylor, 2002):
La proximidad temporal de la tarea. Mientras la tarea está lejos en el tiempo la gente tiene un sesgo optimista, que se atenúa cuando se aproxima su fecha de culminación.
Por ejemplo, e l estudiante que tiene u n examen dentro de dos meses se siente optimista porque aún tiene mucho tiempo para estudiar. Al acercarse la fecha del examen, el estudiante, que aún no ha empezado a estudiar, empieza a sentir temor de obtener un mal resultado.
(b) La selección de la meta. El sesgo optimista se atenúa cuando se escoge entre varias tareas. Una vez que hace su selección, el individuo se convierte en optimista.
Piense en el mismo estudiante, ahora escogiendo entre varias opciones de carrera universitaria. Mientras escoge una carrera y espera las respuestas de las universidades, se siente un poco desconcertado y hasta pesimista; una vez que lo aceptan en una universidad, se torna optimista acerca del éxito que tendrá.
(c) Construcción mental de escenarios. Se infiere la probabilidad de un resultado a partir de escenarios imaginados, por lo general optimistas, acerca del futuro.
(d) Estados exaltados de motivación. La gente puede encontrar motivos para sentir exceso de optimismo. Por ejemplo, los gerentes que conducen a sus empleados a mostrar una actitud irracionalmente positiva hacia la consecución de metas pueden conseguir que éstos desarrollen exceso de optimismo. Con la esperanza de obtener incentivos organizacionales (promociones, bonos o reconocimientos), los empleados pueden subestimar el tiempo necesario para desarrollar determinadas tareas. Esta actitud conduce con frecuencia a la frustración de quienes, en principio muy optimistas, subestiman el tiempo de ejecución y luego consumen más tiempo del previsto.
Esto último no implica que la motivación al logro sea contraproducente, pero debe mantenerse dentro de parámetros objetivos. Si se motiva a un empleado para que logre una meta en menor tiempo, se le debe también guiar y apoyar para que considere mayor cantidad de información (distribuida) al planificar. El optimismo es una cualidad que puede conducir al logro de muchas metas; pero, cuando se trata de tomar decisiones y prever tiempos de ejecución, debe moderarse mediante la consideración sistemática de la mayor cantidad posible de información.
El proceso de predicción
El cálculo del tiempo para el desarrollo de una tarea es una predicción basada en la evaluación previa de todos los pasos que, según el planificador, deben seguirse para completarla.
Siendo el planificador quien determina los pasos y predice el tiempo de ejecución, es importante analizar cómo realiza estas operaciones. Un planificador avezado utilizará la información disponible acerca de la tarea y la que proviene de su experiencia acerca de tareas similares. Si el planificador es inexperto, igualmente utilizará la información disponible acerca de la tarea y —si es astuto— preguntará qué debe hacer a planificadores experimentados u o tras personas con experiencia en tareas similares. En otras palabras, para predecir un resultado futuro, el planificador utiliza información que recolecta del presente y el pasado. Luego de completar la planificación, la persona utilizará la meta como estímulo para alcanzarla; es decir, realizará una conexión del presente con el futuro que lo motivará al logro.
La relación pasado-presente-futuro ha sido estudiada por psicólogos sociales (Lewin, 1943; Bell y Mau, 1971; Karniol y Ross , 1996), que han discutido y demostrado mediante estudios empíricos que, a menudo, los seres humanos se comportan de acuerdo con sus interpretaciones del pasado y concepciones del futuro. De observaciones acerca del comportamiento de personas con experiencias traumáticas (accidentes o agresiones en la infancia, por ejemplo) se desprende que con frecuencia estas experiencias motivan el comportamiento de la persona e n el presente, como resultado de la interpretación que se hace de tales hechos. Diferentes individuos tienen diferentes interpretaciones de un mismo hecho. Esto explica, por ejemplo, que muchos conflictos internacionales tengan sus raíces en interpretaciones divergentes del pasado.
La concepción del futuro modera, análogamente, el comportamiento presente. El futuro motiva el comportamiento actual de la persona, quien desarrolla estrategias e invierte esfuerzos para alcanzar sus metas (Lewin, 1943; Vroom, 1964).
Por ejemplo, un estudiante recién salido del bachillerato, que anhela obtener un título universitario, estará motivado a cumplir todos los requisitos necesarios con la esperanza de obtenerlo; es decir, desarrollará estrategias e invertirá esfuerzos para alcanzar la meta que se ha planteado.
Existe una tercera conexión que también explica el proceso de predicción de tiempos de ejecución de tareas: el vínculo entre el pasado y el futuro. Cuando una persona construye una predicción —como la de alcanzar una meta— evoca inmediatamente información disponible en su memoria acerca de experiencias personales o ajenas, relacionadas con la meta seleccionada. Esta información le ayuda a planear de qué manera alcanzará la meta. En el ejemplo anterior, el estudiante de bachillerato que desea obtener un título universitario recopilará información acerca de la carrera que quiere estudiar. Esta información, junto con la recabada de experiencias de conocidos que hayan alcanzado una meta similar o la recordada por familiares y amigos que hayan estudiado en la universidad, es utilizada para formular la estrategia que seguirá para lograr su meta. De esta forma, el estudiante planifica cómo alcanzará su meta, mediante la vinculación de información de experiencias del pasado, el presente y el futuro imaginado.
La tendencia a interpretar el pasado —que afecta el comportamiento presente— y la motivación resultante de la interpretación del futuro —que impulsa hacia las metas— indican que los tiempos pasado y futuro son construcciones cognoscitivas; en realidad no existen, pero afectan el presente. Durante el proceso de predicción del tiempo de ejecución de una tarea, los planificadores utilizan experiencias de tareas similares a la que se planifica (conexión con el pasado), información disponible de la tarea (consideración del presente) y se motivan con la expectativa de alcanzar la meta (conexión con el futuro).
Estas conexiones temporales, junto con las atribuciones de causalidad social (atribución de éxito o fracaso a personas o cosas involucradas en la ejecución de tareas similares) y los valores personales (disciplina para ejecutar la tarea, por ejemplo), afectan el proceso de predicción.
La variedad de interpretaciones de las experiencias (información distribuida), junto con la tendencia a no utilizar tales experiencias, contribuye a que la conexión pasado-presente conduzca a subestimar el tiempo de ejecución de las tareas. Igualmente, la elaboración de escenarios mentales en los que aparece el desarrollo de la tarea sin contratiempos, contribuye a que el planificador sienta exceso de optimismo y que la conexión presente-futuro también conduzca a subestimar el tiempo de ejecución de las tareas.
Grado de confianza
Suele observarse que personas de distinta preparación intelectual emiten toda clase de juicios y luego los respaldan con gran seguridad. Esta confianza, a veces exagerada, queda en entredicho cuando se descubre que la persona erró en su apreciación. Se ha estudiado empíricamente cómo algunas personas muestran exceso de confianza en sus juicios sobre cantidades inciertas, lo cual afecta la calidad de sus predicciones (Kahneman y Tversky, 1979; Alpert y Raiffa, 1982).
Este comportamiento se ha atribuido al uso de principios heurísticos: estrategias (o técnicas) simplificadas que facilitan la toma de decisiones (Kahneman y Tversky, 1972 y
1982; Bazerman, 1994). Los principios heurísticos pueden llevar a errores sistemáticos, porque reducen la compleja tarea de predecir eventos a operaciones sencillas. Tales principios conducen con frecuencia a decisiones rápidas y eficientes; pero, cuando son aplicados inadecuadamente, pueden conducir a errores en la toma de decisiones.
Los principales principios heurísticos que se han estudiado son la representatividad, la disponibilidad y el anclaje y ajuste. La representatividad es la tendencia a predecir la probabilidad de un evento, considerándolo típico o representativo de acontecimientos ocurridos anteriormente. Por ejemplo, se pide la probabilidad de acierto para el tiempo de ejecución previsto para la tarea A. Luego de analizar la tarea, se concluye que es parecida a las tareas B y C, desarrolladas anteriormente y con tiempos de ejecución similares al calculado para A. En consecuencia, se procede a asignar al tiempo de ejecución de A una probabilidad basada en la experiencia con B y C.
Calcular la probabilidad de ocurrencia de un evento, sólo porque éste es representativo de o tros que conocemos, es una práctica eficiente en cuanto a la rapidez de la respuesta, pero sólo es apropiada para una primera aproximación.
Debido a la rapidez con que se emite el juicio, podría estarse desestimando información relacionada con el evento A que no necesariamente está relacionada con los eventos B y C y, viceversa, se podría considerar para el cálculo de A información de B y C que no está relacionada con A. En cuanto a la selección de información, se estaría soslayando información distribuida acerca del evento A.
El segundo principio —la disponibilidad— se refiere a la tendencia a determinar la frecuencia de ocurrencia de un evento y sus causas, por la facilidad con que eventos similares vienen a la memoria (Kahneman y Tversky, 1973).
Esta tendencia puede llevar a establecer correlaciones ilusorias, pues el evento recordado no necesariamente refleja la frecuencia de ocurrencia del evento que se e valúa. Por ejemplo, si nos enteramos recientemente del accidente de un avión de pasajeros y se nos dice que debemos realizar un viaje de trabajo a otro país, tenderemos a pensar que el avión donde viajaremos puede sufrir un accidente. En forma análoga, al calcular el tiempo para ejecutar una tarea que es similar a otra que se recuerda con facilidad, lo más probable es que se atribuya un tiempo de ejecución similar al de la tarea recordada.
Utilizar eventos que se recuerdan con facilidad para evaluar otros es, sin duda, una práctica recomendable; pero, nuevamente, sólo como una primera aproximación. Si se evalúa un evento A e n función de uno B que se recuerda con facilidad, podría conducir a desestimar información relacionada con A que es importante para su evaluación. Además, podría estarse considerando información relacionada con B que pudiera no ser importante para evaluar A. En el ejemplo del accidente aéreo, se estaría desestimando que, según las estadísticas de transporte, los aviones muestran la menor tasa de accidentes por unidad de tiempo. Cuando alguien calcula el tiempo de ejecución de una tarea A, a partir del tiempo de ejecución de otra de fácil recordación B, podría estar desestimando información importante relacionada con A o considerar información de B que no es relevante para la planificación de A.
El principio de anclaje y ajuste se refiere a la tendencia a predecir valores en función de un valor inicial (anclaje) y, a partir de éste, realizar ajustes que normalmente son insuficientes para establecer un valor final confiable. Los valores que sirven de anclaje pueden derivarse de acontecimientos   

Mientras la tarea está lejos en el tiempo la gente tiene un sesgo optimista, que se atenúa cuando se aproxima su fecha de  culminación

pasados, asignaciones aleatorias o cualquier otra información disponible. Por ejemplo, en una reunión del equipo de investigación y desarrollo (IyD) de una empresa fabricante de alimentos, se requiere prever el tiempo para el montaje de una línea de producción. En la reunión, uno de los integrantes del equipo dice saber el tiempo que tardó montar una línea similar ubicada en una fábrica de la competencia: 18 meses. Según el principio de anclaje y ajuste, el equipo de IyD tenderá a calcular el valor requerido para la nueva línea de producción utilizando como punto de referencia 18 meses. Luego, mediante sucesivas valoraciones, ajustará el valor hasta llegar al cálculo final.
La práctica de utilizar un valor de referencia como punto de partida para la toma de decisiones es válida, siempre y cuando se trate de obtener una aproximación. Si se requiere mayor precisión, es necesario analizar en profundidad el asunto sobre el que se quiere decidir. Para la línea de producción se debería obtener mayor información acerca de los pasos requeridos para su montaje (información singular) y las experiencias de las personas que participaron en el montaje de la línea de la competencia (información distribuida).
El uso de estos tres principios, como práctica habitual en la toma de decisiones, puede conducir a errores en forma sistemática y, si no se tiene conciencia de ello, a exagerar el grado de confianza en las decisiones. Al simplificar el análisis de la tarea que se planifica, se toman decisiones erróneas que se respaldan con gran seguridad, sin elementos objetivos para apoyar el juicio.

Más allá del optimismo irracional
Optimismo, predicción y grado de confianza son factores que se relacionan entre sí durante el proceso de planificación. Todos son causantes de la subestimación de los tiempos de ejecución, pues conducen a dejar de lado información que puede ser fundamental. Ser optimista es un rasgo de personalidad que conviene cultivar; sin embargo, «deseos no preñan» reza el dicho popular. El optimismo irracional, con frecuencia derivado de la elaboración de escenarios mentales que no consideran contingencias y lleva a predecir eventos sin sustentación objetiva, puede causar inconvenientes durante la planificación de tareas. Éstas no serán ejecutadas exitosamente sólo por el deseo del planificador. Es necesario realizar un análisis racional de toda la información relacionada con la tarea y la referida a contingencias que pueden afectar su desarrollo, si se quiere lograr una predicción ajustada a la realidad.
La tendencia a hacer pronósticos acerca del comportamiento de una variable está más relacionada con las conexiones temporales (pasado-presente-futuro) típicas de los seres humanos que con el estudio pormenorizado de la información relacionada con el evento que se quiere pronosticar.
Esta tendencia a predecir resultados permite disminuir la incertidumbre respecto del entorno que ocasiona la falta de información. La predicción constituye una valiosa herramienta de planificación, ya que permite al planificador prepararse para los distintos escenarios que puedan a parecer.
No obstante, al hacer predicciones es necesario analizar la mayor cantidad de información posible, para que el ejercicio de planificación esté fundado en bases sólidas; de otra forma, se reduce a un juego de azar en el que se desea acertar resultados.
La elaboración de predicciones de tiempo por medio de técnicas heurísticas sólo es recomendable para una aproximación inicial. Si se utilizan adecuadamente, las técnicas heurísticas ahorran gran cantidad de tiempo y esfuerzo. Sin embargo, promueven la desestimación de información que puede ser útil en el proceso de planificación. Sabiendo que somos propensos a utilizar técnicas heurísticas al decidir, debemos tomar conciencia de que la decisión así tomada tiene grandes posibilidades de estar equivocada.
Referencias
• Alpert, M. y H. Raiffa (1982): «A progress report o n the training of probability assessors». En P. Slovic y A. Tversky (eds.):
Judgment under uncertainty: heuristics and biases. Cambridge: Cambridge University Press.
• Armor, D. y S.E. Taylor (2002): «Inside the planning fallacy: on the causes and consequences of o ptimistic time predictions  ». En T. Gilovich, D. Griffin y D. Kahneman (eds.): Heuristics and biases: the psychology of intuitive judgment. Cambridge: Cambridge University Press.
• Bazerman, M. (1994): Judgement in managerial decision making. Nueva York: Wiley.
• Bell, W. y J.A. Mau (1971): «Images of the future: theory and research strategies». En W. Bell y J.A. Mau (eds.): The sociology of the future: theory, cases, and annotated bibliography. Nueva York: Russell Sage.
• Kahneman, D. y A. Tversky (1982): «Judgment under uncertainty: heuristics and biases». En D. Kahneman, P. Slovik y A.
Tversky (eds.): Judgment under uncertainty: heuristics and biases. Cambridge: Cambridge University Press.
Kahneman, D. y A. Tversky (1979): «Intuitive prediction: biases and corrective procedures». En S. Makridakis y S.C. Wheelwright (eds): TIMS Studies in Management Science. Vol. 12.
• Kahneman, D. y A. Tversky (1973): «On the psychology of prediction». Psychological Review. Vol. 80. No. 4.
Kahneman, D. y A. Tversky (1972): «Subjective probability: a judgment of representativenes». Cognitive Psychology. Vol. 3.
• Karniol, R. y M. Ross (1996): «The motivational impact of temporal focus: thinking a bout the future and the past». Annual Review Psychology. Vol. 47.
Lewin, K. (1943): «Defining the fie ld a t a given time». Psychology Review. Vol. 50.
Vroom, V.H. (1964): Work and motivation. Nueva York: Wiley.
Ernesto Blanco
Profesor del IESA

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